domingo, 25 de agosto de 2013

La estación



El trasiego de gente era incesante, ya se notaba que el tren partiría en pocos minutos.
El personal cargaba con las pocas pertenencias que habían podido encajar en su maleta, de una forma casi “tétrica” (Tetris por su colocación, no por lúgubre), y que a esta, tal volumen, la daban un aspecto de almeja de gran tamaño.
La espera en la estación se había desarrollado entre, lucida y elocuente, a veces, y aburrida y tediosa en otras, donde parecía imposible que algún día llegase el momento de partir a otras estaciones.
Los “gestores” de vías y paradas técnicas obligatorias, incorporaron mas andenes en los que apearse, pues tal volumen de personal, no permitirán un flujo adecuado de viajeros, por los anquilosados y viejos, actualmente existentes.
Un señor de rostro tranquilo, pero con la aparente quietud que da anticiparse a la tormenta, se coloca primero en la fila de embarque.
Mira, sopesa, calibra y actúa.
Ha llegado su momento, esta preparado para partir, tiene la total convicción de que este va a ser un buen viaje, sabe de antemano sin embargo, que este no va a ser fácil y estará sometido y tentado de hoyar andenes no previstos, lo acepta!!!!....lo acepta???
Un chirrido tan esperado como sorpresivo, acompaña al tren al entrar en las vías más selectas de la estación, la 8 y la 9, reservadas en su día, para trenes de lujo, tipo “Orient Express” y similares.
Con la extraña “adicción” que arrastra nuestro personaje de tener un control enfermizo sobre casi todo, cuenta las baldosas que le separan de la vía numero 9, en la que tiene que coger su tren, ese en el cual, tanto le costo abonar el ticket, ese en el cual, tan difícil como gratificante, suele ser su viaje.
“Treinta y cuatro, treinta y cinco, Treinta y seis.....Treintaaaaa.......”, la cuenta se vio interrumpida por la impertinente voz, angelical en espíritu, de una chica que le había tocado de compañera, asiento de ventanilla, claro....”Lo peor que te puede pasar, es que, estando tan absorto en tus cuentas y números, no veas la oportunidad de subir al tren cuando las puertas se abran y te quedes en tierra, ¡¡¡deja las matemáticas para los que saben de estas cosas...!!!
De repente, me sacaron esas palabras de mi letargo numérico y dándolas el sentido y la razón, que se debe otorgar a las palabras de un extraño, alce la mirada y contemple ante mí una muchacha de semblante dulce y piel de chocolate (aderezado artificialmente con edulcorante)
Continuara.......